
Los impactos ambientales y climáticos del incremento del uso de mascarillas y guantes desechables durante la pandemia vienen dados por utilización masiva de recursos naturales, los procesos de fabricarlas, su transporte, y, al final de su vida útil, el manejo de desechos y la basura.
Las mascarillas están confeccionadas de diminutas fibras de polipropileno, un material que prácticamente no se degrada, por lo tanto, se pueden acumular en medios marinos y terrestres, y ocasionar daños a animales, seres humanos y a los ambientes naturales.
Una mascarilla tarda más de 400 años en desintegrarse y si se encuentra en el mar no solo amenaza a las especies como peces, medusas y arrecifes de coral sino a la vida humana. Hasta que la protección del medio ambiente no sea una prioridad y no se mejore el sistema de tratamiento de los desechos, no se podrá garantizar el bienestar humano, la salud ni mucho menos el futuro.
Sin embargo, ¿Qué podemos hacer para contrarrestar este tipo de contaminación?
Existen algunas recomendaciones para desechar de forma correcta las mascarillas y guantes. Primero, se deben separar estos residuos de todos los otros desechos domésticos. Además, se recomienda que una vez usada la mascarilla se debe cortar en pedazos y ser colocada en una bolsa. Luego, esa bolsa se debe introducir en otra bolsa por protección, cerrarla y rociarle lejía encima. Después, deben ser depositadas en los contenedores de residuos domésticos bien cerrados.
Siguiendo estas sencillas recomendaciones podemos cuidar el planeta.